la oruga (cuento)
La pequeña oruga se arrastraba por la pared. Una de las razones por las que lo hacía (tal vez no la primordial) era porque no sabía lo que había más allá; de todas formas nunca debes menospreciar el intelecto de un insecto. Sea como fuere, la oruga seguía y seguía arrastrándose penosamente mientras recorría unos pocos centímetros, una distancia considerable para ella. Pobre oruga, aún no es una mariposa. Si lo fuera, recorrería antes la distancia que la separa de su meta. Pero entonces no tendría mucho valor. Como oruga puede que llegue, aunque no es seguro. Lo que sí es seguro es que tardará bastante más que como mariposa. Y lo que también está claro es que si, por accidente, la oruga se cae, será muy difícil que pueda volver a ponerse en marcha. La mariposa no tiene este problema. ¿Por qué entonces la oruga quiere seguir siendo lo que es?.
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budoson -
Anónimo -
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Malaa -
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